A un tris de la madrugada del lunes, en la salida del Movistar Arena por la calle Humboldt una valla con la imagen de La reina Charlotte (ficción inspirada en hechos reales) despedía al público que caminaba a las apuradas hacia la Avenida Corrientes. Aunque no aparece entre los créditos que figuran en el póster, muchos de los que abandonaban el recinto desconocían que buena parte de la banda de sonido de la serie pertenece a la artista que acababan de ver. Y es que entre reinas se entienden. En este regreso a Buenos Aires, a 10 años de su última visita, Alicia Keys confirmó su condición de Su Majestad del R&B, del soul y del ritmo. La cantante y compositora se apuntó uno de los mejores recitales internacionales que pasaron por la ciudad en lo que va de 2023. Si bien su performance es famosa por su solvencia, por lo que no debería sorprender el nivel de su show en vivo, la nativa de Nueva York parece que tenía muchas ganas de actuar en esta parte del mundo. Eso lo dejó de manifiesto al modificar un tramo de su repertorio. Si se compara lo que tocó acá con lo que presentó en São Paulo y Río de Janeiro, las escalas previas a este desembarco porteño, hubo un cambio pequeño. Pero sustancial. Y como en la aristocracia hay códigos, Keys no quiso pasar por acá sin invitar a cantar a la reina argentina del trap: Cazzu. Todo un gesto. Hechicera, nigromante, imbatible, extraordinaria, avasallante y hasta redentora del groove… Son muchísimos los adjetivos que pueden definir lo que fue la artista en escena. Sin embargo, la magia del show recayó en los pequeños detalles. Lo que involucró también a sus músicos. De hecho, su ingreso al escenario fue una de las cosas más orgánicas que se vieron por estos lares en los últimos tiempos. Cerca de las 21:30, los primeros en asomarse fueron su corista y su guitarrista, a los que el público recibió con una ovación. Parecía que iban a chequear algo, aunque se quedaron.