Justicia Por Maria Speratti Aquino

“¿Sabés las veces que pedí cambio de carátula? Después que pasó esto... esto pasó en julio de 2021, hasta que empezó la feria judicial de verano me iba una o dos veces por semana a la fiscalía. Era figurita repetida. Me conocían de memoria. El número de expediente ya ni lo buscaban. Cada vez que iba, pedía que cambien la carátula, cada vez, cada vez, con todos los argumentos. Hablé con el secretario del fiscal, con el fiscal, con otro secretario, con Asistencia a la Víctima que atiende telefónicamente en La Plata. He pedido que hagan pericias en el teléfono de él, a la cuenta de Google, con los buscadores, con las cosas que ha buscado, para probar la premeditación que tenía todo lo que él hizo. Nunca me dieron bolilla, de nada. Me han subestimado, me han ninguneado. Así todo el tiempo”. La que habla es María Isabel Speratti. Les contaba este periplo desesperante en la justicia, a través de un audio de Whatsapp, a sus compañeras de un chat, con quienes compartían un grupo virtual de ayuda mutua para víctimas de violencia de género. Al día siguiente de enviar ese mensaje, en la mañana del jueves 16 de marzo, María fue asesinada a balazos en la localidad bonaerense de Cañuelas por su exmarido, Gabriel Alejandro Nuñez, cuando ella estaba por salir de su casa para llevar a los dos hijos de ambos a la escuela. Le disparó tres tiros. María llegó a alertar a los chicos, de 18 y 15 años, que pudieron esconderse. Es la crónica de un femicidio anunciado. El 8 de marzo pasado había viajado a la ciudad de Buenos Aires para participar de la marcha por el Día de la Mujer. Y compartió la foto con sus compañeras y amigas. El 16 de julio de 2021, Nuñez había intentado ahorcarla en el dormitorio que compartían entonces, y la intervención del hijo mayor del matrimonio --en ese momento de 15 años-- impidió que la matara. La justicia de Cañuelas nunca caratuló el hecho como intento de femicidio: apenas, interpretó que se trató de “lesiones leves”. Aunque ella quedó con estrés postraumático por el ataque y tuvo que iniciar un tratamiento psiquiátrico, le quedaron marcas en el cuello de la presión de los dedos de su marido y un ojo afectado por la hipoxia. La justicia nunca ponderó el riesgo alto al que María estaba expuesta. Dictó la exclusión del hogar del agresor y apenas le puso custodia por un mes y una restricción perimetral que se había vencido. Nuñez nunca estuvo detenido. Sus abogados lograron que fuera internado en un neuoropsiquiátrico por algunas semanas --como estrategia para evitar un encarcelamiento-- y luego recuperó su libertad. Tampoco la justicia en Cañuelas le puso un dispositivo dual o tobillera electrónica para monitorear sus movimientos. Nunca pidió a la provincia de Buenos Aires la entrega de ese aparato, según informó a Página 12 la subsecretaría de Políticas contra las Violencias por Razones de Género bonaerense, Flavia Delmas. Recién cuando logró su cometido de asesinar a su exesposa, un año y ocho meses después de su primer intento, Nuñez quedó detenido. María tenía 40 años.