Para el argentino Damián Szifron, el director de Relatos salvajes y creador de la exitosa serie Los simuladores, no fue nada sencillo filmar su primera (¿y última?) película en Hollywood, como lo explica en detalle en la entrevista publicada hace una semana en Página/12. Es que, más allá de las demoras y problemas usuales de la industria – financistas que hay que cautivar, luces verdes que deben encenderse, preventas que deben asegurarse en varios territorios–, se sumaron las lógicas reticencias ante un tema candente y problemático en la sociedad estadounidense: los tiroteos masivos con múltiples muertos y heridos que regularmente ocupan un espacio noticioso de relevancia. “Llegó un momento en que eran muchos los asesinatos en masa, y ahí la onda para hacer esta película se iba disipando y la idea era mejor que no”, describe sin vueltas Szifron, cuyo film llega a la Argentina con el título imaginado por el realizador, Misántropo, y no el híper genérico To Catch a Killer (“Para atrapar al asesino”) con el que desembarcó en su país de origen. Como han señalado todas las reseñas, incluidas las negativas, Misántropo comienza con una gran secuencia, apoyada en la notable dirección de fotografía nocturna de Javier Juliá. En plenas celebraciones de Año Nuevo, escudado en las explosiones de los fuegos artificiales, un tirador de excelsa puntería comienza a disparar sobre los desprevenidos ciudadanos de Baltimore. En una terraza, en un ascensor, en una pileta de natación, en un piso lujoso, en las calles, el impacto de varias docenas de balas certeras acaba con las vidas de hombres y mujeres desprevenidos. Por la zona anda de guardia Eleanor Falco (Shailene Woodley), una agente de policía de rango raso que de inmediato se acerca a uno de los lugares atacados. Cuando las mediciones in situ señalan claramente el lugar del cual provienen los disparos, confirmado por una explosión pergeñada por el verdugo, Eleanor no duda en subir varios pisos por escalera y sin máscara protectora, actitud temeraria y peligrosa para su salud por la cual es regañada de inmediato, aunque alguien importante toma nota de ello, amén de otras aparentes aptitudes.