Hasta los minutos finales, cuando una vuelta de tuerca revela que no todo lo visto hasta ese momento permitía una lectura unívoca, Juego de brujas no es tanto una película de terrores demoníacos como una versión adolescente y femenina de Harry Potter. El planteo del nuevo largometraje de Fabián Forte, cuya prolífica obra incluye las comedias Socios por accidente y Cantantes en guerra y el reciente film de horror Legiones, es derivativo pero intrigante. Mara, una chica de diecisiete años con actitudes arquetípicas de una chica de diecisiete años (Lourdes Mansilla), excepto tal vez por su afición a la brujería y las ciencias ocultas, recibe en la puerta de casa un extraño recipiente cuyo contenido es lo más parecido a la Caja de Pandora. Amante de los videojuegos, la protagonista no duda un instante en abrir la tapa del inesperado obsequio, descubriendo en su interior unos anteojos similares a los que son capaces de generar realidades virtuales. La trama ya está en marcha: conjugando dos placeres personales, Mara ingresa en un universo gamer de magia, poderes especiales y combates con demonios.