Mucho antes de embelesarnos con Llámame por tu nombre, Luca Guadagnino nos trajo este drama demoledor sobre una madre enamorada del mejor amigo de su hijo. Tilda Swinton se pone en la piel de Emma, una mujer nacida en Rusia que, entregada a los rigores de una vida familiar absorbente, se ha olvidado de sus orígenes. Cuando inicia sus encuentros secretos con el joven Antonio, Emma recuerda su idioma natal; es decir, vuelve a un estado anterior al de la ficción italiana que la ha consumido. Por supuesto, esta magia antecede al estallido de un conflicto que, desmesurado por la moral burguesa, conduce a la ruina a más de un personaje. En definitiva, Io sono l’amore es otra muestra feroz de que el amor, por sí solo, no destruye; necesita que intervengan la moral y el prejuicio.