Ingresar y experimentar un mundo que se desconoce, con sus reglas y códigos particulares, es un clásico de la narración oral, escrita y filmada. El cine ha sabido aprovechar ese arco narrativo en infinidad de ocasiones, con intencionalidades y resultados diversos. El nuevo largometraje de Diego Lerman, que participó de la competencia oficial del Festival de San Sebastián hace apenas algunas semanas, forma parte de ese universo audiovisual gigantesco, aunque las características de la trama lo encierran en un conjunto más acotado: el de aquellas películas que entienden los desafíos de un maestro o profesor como si se tratara de un viaje iniciático. Un ida y vuelta en el cual el adulto a cargo de la enseñanza de un grupo de alumnos termina aprendiendo algo, bastante e incluso mucho de ellos. Desde luego, El suplente no es una reversión de Semilla de maldad o alguno de sus derivados, aunque la influencia de un film como Entre los muros resulta evidente, más allá de las diferencias culturales entre la escuela francesa del film de Laurent Cantet y el secundario de Dock Sud donde transcurre parte de la historia.