Lei (Jin-fu) y Wong (Lidan Zhu) se conocen en un lugar poco romántico: el negro interior de un container, donde los han metido junto a algunas decenas de compatriotas para su embarque en el puerto de Zhengzhen, con destino a aquella lejana capital latinoamericana. Su llegada es recibida con una persecución policial, que no apunta a detenerlos sino a entregarlos al godfather Chang (Dai Min Meng), dueño del comercio, limpio y no tanto, de la zona. La independiente Lei huye pero igual la atrapan, y Chang la contrata para atender un cyber. Así como conchaba a Wong para mandados varios, que empezarán como empleado de un “Todo x 2 $” (o uno de sus sucesores), y derivarán más tarde en el cobro del diezmo a los comerciantes de la comunidad. Una suerte de rufián melancólico oriental, a Chang se le cae la baba por la muy bonita Lei, pero no se anima a pegar el zarpazo. A lo que sí se anima es a prometerle un futuro falso en Nueva York, la quimera con la que sueña la chica, mientras prepara a Wong para una operación no muy legal, de regreso en China.