El santiagueño fue un defensor de bastón y galera. Un tiempista que salía jugando desde el fondo con una pulcritud increíble y una precisión sensacional. Agil y rápido, pese a su 1,75 metros saltaba más que cualquiera. Sin embargo, en la previa al único Mundial organizado en nuestro país fue bastante resistido, al punto tal de que a cuatro meses del inicio no era parte del plantel comandado por César Luis Menotti. Pero fue llamado a último momento por Roberto Saporiti, ayudante de campo de Menotti, para ocupar un lugar en la lista de 22 futbolistas. A pesar de ser cuestionado por casi todos, Galván disputó los siete encuentros como titular en el torneo que consagró al conjunto nacional, y fue distinguido con el premio Fair Play a la caballerosidad deportiva.