Hasta esa tierra donde hay recolectores de cadáveres de la calle, y los suicidas se dividen en “corredores” -que corren hasta caer redondos- y “voladores” -que se tiran de cabeza al pavimento desde terrazas-, llega Anne Blume en busca de su hermano periodista, quien partió para una cobertura de la que no envió ni una palabra. Una tarea imposible, en tanto es probable que haya muerto hace tiempo y, por lo tanto, terminado en uno de los crematorios usados para generar la poca energía eléctrica que abastece las ruinas.