Don't Make Me Go - Official Trailer Prime Video

La más reciente película de Cho es una "de llorar". Allí interpreta a Max, un padre soltero que lleva a su hija adolescente en un viaje a través del país, tras descubrir que le quedan solo meses de vida. Le sigue a Buscando..., otra historia de padre e hija. Cho tiene dos hijos: el primero nació en 2008. Y en ese momento todo cambió para él. "Sería más fácil decir en qué ser padre no me cambió. Tener un hijo es una alteración total de tu vida y tus valores. Se siente como si todo se reacomodora y se pusiera en su apropiado lugar dentro tuyo", señala, haciendo círculos alrededor de su abdomen. Criar a dos niños lo llevó a reexaminar su propia infancia, que pasó en Corea del Sur y Estados Unidos, donde se mudó cuando tenía 6 años. "Quiero emular la mayoría de las cosas que mis padres me enseñaron, como el amor, la amabilidad y la moralidad. Pero hay un par de cosas culturales a las que quiero conscientemente ponerles un freno". Como la vergüenza, dice. "Crecí con una sensación de vergüenza. Es una cosa cultural determinada para enseñarnos a comportarnos y ser civilizados con el otro, pero la metodología es la vergüenza, y no quiero que esa sea la fuerza impulsora de mis hijos en el modo en que se comportan en el mundo." Otra cosa, agrega, es que la cultura coreana es "bastante patriarcal". Como actor, Cho existe en un espacio único. Es la rara estrella asiática cuyos roles, al menos recientemente, tienen poco que ver con su asianidad. Don’t Make Me Go no es muy diferente. La película trata a la raza como extraordinariamente no extraordinaria. Que Max sea asiático es una anécdota. Es el último en un paquete de personajes que tratan a la herencia de Cho como algo incidental más que fundamental. Por su parte, Cho puede reconocer un patrón en sus elecciones, pero dice que no tiene ninguna "filosofía" en lo que respecta a la elección de papeles. "Es situacional", explica.