Novak Djokovic parece estar empecinado en enterrar la historia de un deporte centenario como el tenis. Invencible en las canchas del Melbourne Park, el serbio conquistó por décima ocasión el Abierto de Australia, una victoria que representa la 22ª en torneos de Grand Slam, el récord que registraba hasta el momento Rafael Nadal. Luego de casi tres horas de disputa se impuso 6-3, 7-6 (4) y 7-6 (5) ante Stefanos Tsitsipas y se quedó con el premio mayor que estaba en juego antes de la final: el número uno del mundo, sitio del que desplaza al español Carlos Alcaraz. Apenas terminado el encuentro decisivo Djokovic dejó salir el cúmulo de emociones que había escondido en semanas de suma presión: se acercó al espacio que ocupaba su familia y se fundió en un abrazo con la gente de su equipo, en pleno llanto, en medio del desahogo.