El 18 de mayo de 1980, en la ciudad coreana de Gwangju se produjo un levantamiento contra la dictadura de Chun Doo-hwan protagonizado en su mayoría por estudiantes. Durante diez días, sus madres prepararon la comida para sostener la lucha. Hubo una feroz represión del Estado. Los medios de comunicación no se hacían eco de la situación y ellas buscaban a sus hijos que desaparecieron en las protestas. Se estima que entre mil y dos mil fueron asesinados, en lo que se conoció como la masacre de Gwangiu, un acontecimiento que dio inicio al proceso de recuperación democrática que se produciría recién siete años después, en 1987. Las Madres de Mayo de Corea del Sur siguen luchando para preservar las evidencias de aquellos crímenes y demandando que se revele la verdad. El documental Buena luz, buen aire, del director coreano IM Heung-soon, que se estrena el jueves 18 a las 19 en el cine Cosmos-UBA (Corrientes 2046), enlaza esta lucha con la de las Madres de Plaza de Mayo, en Buenos Aires. “Sin la alianza de las mujeres, la lucha no habría podido ser tan unida. A través de los medios de comunicación, las mujeres divulgaron información importante. Fue fundamental el rol de las mujeres”, dice una de las madres coreanas entrevistas en el documental. La frase bien podría haber sido dicha por alguna de las Madres o Abuelas argentinas. El estreno es organizado por la Asociación Civil de Coreanos en Argentina, Abuelas Plaza de Mayo y el Centro de Estudios Legales y Sociales, en el marco de la conmemoración de los 40 años de democracia.