La chica, bonita y muy compuesta, está sentada ante la mesa de una confitería. El hombre (el director de cine Nacho Vigalondo) se acerca y la saluda cortésmente. Intercambian las presentaciones de rigor y él, que dice estar apurado, asegura: “a mí lo que me gusta es que me meen encima”. La chica, sin perder su aire de secretaria ejecutiva naif, responde “lo que a ti te gusta, a mí me gusta”. “Te dejo porque tengo que ir a buscar a mi hija a la clase de ballet”, dice él y se retira muy apurado. Desde un principio el film español El planeta impone un tono de comedia absurda --absurda sobre todo por el choque entre lo real y las reacciones de los personajes-- y hierática, lo cual no hace más que aumentar el absurdo. Lo que a larga termina siendo engañoso es que la película dirigida por Amalia Ulman sea una comedia, ya que de a poco se cuelan entre las grietas del humor los avances de la melancolía por lo perdido, y la posibilidad trágica de perderlo todo.