El hombre que dejó la publicidad para dedicarse a la literatura tomó una pastilla de melatonina la noche del miércoles en su casa en Lima. A las cuatro y media de la madrugada del jueves al escritor Gustavo Rodríguez lo despertó el teléfono. Un llamado desde España. La dulce voz de la editora colombiana Pilar Reyes le comunicó que ganó el XXVI Premio Alfaguara de Novela, dotado de 175 mil dólares y una escultura de Martín Chirino, con "Cien cuyes", una tragicomedia sobre uno de los conflictos de nuestro tiempo: el cuidado de las personas mayores y la empatía con ellos. “Me asusté porque pensé que se estaba dando en mi un efecto secundario de la melatonina asociado a alucinaciones acústicas. Luego, cuando se pusieron al teléfono el resto del jurado, me fui dando cuenta de que era verdad, que ya no hacía falta pellizcarme como dice el cliché”, recordó el flamante ganador, quien se mostró preocupado por la gran marcha de miles de ciudadanos peruanos que exigieron la renuncia de la presidente Dina Boluarte. “Ha sido el despertar más bonito que he podido tener de un día que no se augura muy bonito para el resto de mi país. La vida está hecha de contradicciones”, admitió el escritor, el segundo narrador peruano en obtener este premio después de Santiago Roncagliolo (2006).