El delantero sensación de la actualidad jugaba por entonces en el Salburzgo de Austria, que lo había comprado hacía sólo unos meses al Molde noruego, tenía el pelo corto, ni siquiera usaba la camiseta 9 (sino la 19) y todavía no había debutado en la Champions League. Pero en la tercera fecha de la fase de grupos de ese Mundial, con Noruega ya eliminada por derrotas con Uruguay y Nueva Zelanda, Haaland saltó a la fama mundial.