Resistencia es, justamente, una de las primeras palabras que acuden en auxilio de quien escribe sobre Vitalina Varela. En primer lugar, la resistencia de su director, Pedro Costa, un lisboeta de 64 años que viene haciendo un cine de una intransigencia absoluta desde sus inicios, cuando se dio a conocer internacionalmente con la trilogía denominada “Cartas de Fontainhas”, integrada por los films Ossos (1997), No Quarto da Vanda (2000) y Juventude em marcha (2007), donde daba cuenta de los trabajos y los días de los habitantes de ese barrio marginal de la capital portuguesa, en su mayoría inmigrantes caboverdianos, corridos hasta allí por la pobreza y la esperanza -siempre desahuciada- de una vida mejor.