La imperiosa necesidad que tenía Boca por conseguir un triunfo obligó al equipo a pararse en el campo rival desde el principio. Con una propuesta ofensiva del entrenador, el local apostó por volantes de creación y delanteros. Fernández y Ramírez ocupaban una línea delante de los defensores, y luego se colocaban Salvio y Romero. Los hombres de ataque eran Zeballos y Benedetto.