Un interesante paso dentro del prolífico (pero no siempre efectivo) cine fantástico argentino es el que da Matías Rispau con Me encontrarás en lo profundo del abismo, su cuarto trabajo. No es que se trate de una película perfecta, pero si de una que conoce sus límites y fortalezas. Conciencia que le permite avanzar con confianza sobre un relato que, también es cierto, se mueve dentro de los estándares del género. Por un lado maneja de forma impecable los recursos técnicos, de la fotografía al sonido y de los efectos especiales al diseño de arte. Por otro, vuelve a contar una historia posapocalíptica con ambigua sobriedad y sin necesidad de argumentos extravagantes. La película toma la acción in media res, con el planeta sumido en un fin del mundo de origen incierto, sobre el que la información irá llegando a cuentagotas. En una ciudad bajo las sombras y regada por una lluvia constante, un hombre joven intenta mantenerse a salvo. Su camino sigiloso a través de distintos edificios abandonados es también la vía que Rispau elige para aportar datos: el agua se ha vuelto intomable y escasa; unos seres gigantes de aspecto arácnido avanzan a la distancia entre los edificios y otras criaturas atacan a las personas en la oscuridad.