Pietro Marcello se acerca al homenajeado a partir del presente, con la participación de dos colaboradores y amigos íntimos. Per Lucio comienza con una visita a la tumba de Dalla. Quien llega con un ramo de flores en la mano es Umberto Righi, su manager de toda la vida, que conoció a la futura estrella en 1960, cuando oficiaba de clarinetista en una banda de jazz (el futuro cineasta Pupi Avati también formaba parte de ese ensamble). Más cerca del final de los compactos 80 minutos, un amigo de Dalla desde la infancia se suma a la remembranza, compartiendo con Righi un almuerzo a pura pasta y vino tinto, en el cual se recuerda a aquel que ya no está, apenas insinuando un tema que fue tapa de los diarios italianos luego de la muerte del cantante: su orientación sexual, sepultada en un clóset cerrado con varias llaves.