A priori, la idea de hacer una película de vikingos inspirada en la saga nórdica que habría dado pie al Hamlet de William Shakespeare, parecía ingeniosa, por decir lo menos. Y para ese proyecto, impulsado por el actor sueco Alexander Skarsgard, se fueron sumando nombres propios cada vez de mayor peso, empezando por el veterano productor Arnon Milchan (Martin Scorsese, Terry Gilliam, Ridley Scott, James Gray y David Fincher son solamente algunos de los directores que están en su foja de servicios). Luego se incorporaron a El hombre del norte el guionista islandés Sjón, para darle mayor seriedad al asunto, y el director Robert Eggers, cuyas dos primeras películas eran una mejor que la otra: La bruja (2015) y El faro (2019). Para completar la torta, el elenco: el ascendente Skarsgard como el brutal Amleth (que de noble príncipe no tiene nada), más Nicole Kidman como su madre lúbrica, Ethan Hawke como su padre, Claes Bang como su tío traicionero, Anya Taylor-Joy como su amor imposible, más personajes secundarios –por no decir cameos- a cargo de Willem Dafoe y, obviamente, Björk, que interpretan respectivamente a un brujo y a una hechicera que orientan al protagonista por su camino de tinieblas.