Ascensión describe a una sociedad llena de contradicciones que ha abrazado el capitalismo extremo sin abandonar las normativas y objetivos del comunismo. El entrenamiento casi militar de un grupo de empleados de una gran compañía, diseñado para grabar a fuego las bondades del trabajo en equipo y la entrega al punto de la extenuación (“la vida por la empresa”, se lee en un cartel inspirador), se entrelaza con una gran pantalla en la vía pública que escracha a aquellos transeúntes que cruzan la calle en rojo o mirando la pantalla de su celular. La entrega individual en pos de un gran plan comunitario, el comportamiento ciudadano vigilado en cada paso, la creciente obsesión por la imagen. En el segundo tercio de Ascensión, el proletariado le cede el lugar a la cada vez más importante clase media china, y la pantalla es ocupada por instagrammers y tiktokers ofreciendo clases de maquillaje o vendiendo productos de belleza.