¿Será el travelling el mejor recurso de apertura para una película, el gesto adecuado para que el espectador acepte dejar atrás la realidad para adentrarse en un mundo paralelo? En especial el travelling hacia adelante, porque es capaz de generar la ilusión de avanzar hacia un universo que puede parecer más o menos familiar, pero que es siempre desconocido. Bueno, lo es en el caso de La sudestada, tercer largometraje de los directores Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, que es además su primera ficción tras los documentales Cracks de nácar (2013) y La forma exacta de las islas (2014). Porque en ese movimiento virtuoso los directores presentan mucho más que un espacio o a un personaje. En ese recorrido también hay implícito un ritmo, una atmósfera, una estética e incluso una genealogía cinematográfica, que remite de forma inconfundible al film noir.