Por primera vez desde el fin de la dictadura, los partidos políticos chilenos concurrirán con alianzas inéditas en las próximas elecciones constituyentes: el Partido Socialista (PS) abandona su coalición natural de centro-izquierda para integrarse al bloque formado por los comunistas y el izquierdista Frente Amplio, mientras que el bloque de derecha libra su pugna particular. Tanto el oficialismo como la oposición compiten en varias listas y divididos por los 50 escaños que se repartirán de forma paritaria entre 25 hombres y 25 mujeres, futuros integrantes del Consejo Constitucional a cargo del segundo intento de redactar una nueva Constitución a partir de un borrador elaborado por un comité de expertos.