Adam Sandler es un fanático confeso de los deportes que ha incluido disciplinas con pelotas en varias de sus películas, como el golf en Happy Gilmore (1995) y el futbol americano en El aguador (1998) y Golpe bajo: el juego final (2005). En la flamante Garra, que acaba de desembarcar en la plataforma Netflix, el deporte vuelve al centro de la escena, en este caso con Sandler interpretando a un menospreciado aspirante a director técnico de básquet que se gana la vida como buscador de talentos para los Philadelphia 76ers de la NBA. Menosprecio es un término nodal de su filmografía, pues sus criaturas acostumbran a lidiar con las miradas de reojo de su entorno, y Garra no es excepción. La diferencia es que, si esas miradas suelen operar como disparadores cómicos, aquí tiñen de una tonalidad amarga un relato más deudor del cine deportivo clásico que del humor infantiloide, explosivo e inocentón que volvió famoso al actor con cara de huevo.