Los talleres carcelarios son experiencias que buscan ofrecerles a los reclusos nuevas perspectivas, desde las cuales replantearse la forma en la que miran no solo sus propias vidas, sino también al mundo que los rodea. Dentro de ese universo, aquellos dedicados al teatro suelen trabajar la puesta en escena casi de forma terapéutica, de modo que la dramatización le permita a lo metafórico funcionar como un espejo que ayude a revelar una nueva dimensión de lo real. Más o menos es eso lo que ocurre cuando Étienne, un experimentado actor de teatro que no atraviesa su mejor momento profesional, acepta hacerse cargo de uno de estos cursos, en una prisión de alta seguridad en las afueras de París.