El dolor y la indignación que provocó la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años que semanas atrás había sido arrestada y llevada a la comisaría por la "policía de la moral" de Irán por llevar “mal puesto” el velo y mostrar su cabello, trascendió las fronteras y provocó que desde distintas partes del mundo, colectivos culturales y sociales, organizaciones de derechos humanos, y figuras políticas se sumaran a las protestas de las mujeres iraníes y numerosos manifestantes en rechazo a la obligatoriedad del uso del hiyab y la violencia institucional del país oriental.