Dos visiones, dos ciudades, dos patrias, dos historias detrás de él, y tres relatos. En lo que constituye una experiencia única en la historia del cine, el realizador neoyorquino afincado en Buenos Aires divide el relato en tres: el campo de la imagen, el de la voz en off --que tanto puede hablar en inglés como en español-- y el subtitulado, que en ocasiones traduce y en otras discurre por sí mismo. De tal modo, el espectador debe dividirse ya no en dos (imagen y franja de subtítulos), sino en tres, debiendo optar en ocasiones, por la dificultad que la empresa supone, por dos de ellas. Si el que ve Todo lo que se olvida en un instante, opus dos de Shpuntoff, tiene la costumbre de tomar notas, como le sucede a quien escribe, se obtiene como resultado el primer caso de cuadrofenia cinematográfica.