En Sabuesos (reciente estreno de Netflix), los golpes y la sangre coreana, una vez más, desbordan la pantalla. Sin el martillo de la seminal Oldboy (Park Chan-wook; 2003), ni la perversión lúdica de El juego del calamar, sino con los puños de dos boxeadores que se enfrentan a los tiburones usureros más sanguinarios de todo Seúl. En estos ocho episodios reaparecen algunas de las notas, colores y temáticas que volvieron tan reconocible a la producción audiovisual del “reino ermitaño”. A ese combo abrasivo, siempre abierto a lecturas sobre el capitalismo salvaje, se le añade un último componente. Como manda la norma, sus protagonistas están desesperados, aunque en buena de la historia, sus criaturas transiten los carriles de la pareja dispareja. Es decir, Sabuesos antes que K-Pop es KO-Pop.