Triatleta en su juventud, Madrazo apenas tuvo unos meses de contacto con la nieve, pero se las ingenió para alcanzar los mínimos requisitos de clasificación y, al ser el único esquiador de su país que los cumplía, consiguió su boleto para la cita surcoreana. Con una bandera gigante de México que le dieron en los metros finales, Madrazo cruzó la meta último, casi media hora después de Cologna, que de nuevo fue el campeón olímpico y coprotagonista de la escena de película. Llevado en andas por sus compañeros de aventura, Madrazo se despachó en la zona mixta con todas las frases posibles de un manual de autoayuda y se definió como "un soñador, un perseguidor de sueños y un contador de historias"