Denver supo cambiar a tiempo para ser campeón. Se liberó de varios jugadores históricos, incluso preferidos de la hinchada, y hasta pibes con potencial, para armar un equipo a la medida de Jokic. El movimiento clave fue el traspaso por Aaron Gordon, durante el primer año de Campazzo en el equipo, una decisión que quedará en la historia como una de las mejores. Gordon era todo lo contrario a Jokic: súper atlético, de los mejores volcadores que se han visto y con un rol ofensivo en Orlando Magic. A cambio dieron a uno muy querido por sus hinchas, el escolta defensivo Gary Harris (7 años en el equipo). A Gordon, hoy tercera pata del equipo campeón, le llevó tiempo acomodarse al juego de Denver, que lo puso a defender a las estrellas rivales y a atacar el aro en momentos determinados, planificados, casi sin libre albedrío.