Una aclaración necesaria: a pesar de lo que indica el título local, la nueva película de Ben Affleck como director no reconstruye la historia de la compañía de indumentaria deportiva Nike desde sus inicios. De hecho, el personaje interpretado por el propio Affleck, Phil Knight, mandamás de la empresa cuyo logo es reconocible de inmediato en todo el mundo, hace en cierto momento un chiste referido al ínfimo valor pagado en 1971 por el diseño del chirimbolo en cuestión. Air: la historia detrás del logo transcurre casi tres lustros más tarde, en 1984, cuando Nike intentaba imponer sus diseños de calzado en un mercado dominado por las gigantes Adidas y Converse, en particular en el terreno del basquetbol. Allí entra Sonny Vaccaro (Matt Damon), cuyo rol en la compañía es difícil de definir con un cargo pero muy sencillo de describir: el rastreo de jóvenes deportistas que consientan en exponer su figura como emblemas de la compañía. Las ventas de zapatillas no van del todo bien, excepto en el universo del naciente running, y se hace necesario aplicar algún tipo de estrategia novedosa. Es entonces cuando Vaccaro grita ¡Eureka!, a sabiendas de que gastar todo el presupuesto anual en una única figura no entra dentro de las posibilidades financieras y comerciales de sus empleadores. Pero el protagonista es testarudo y confía en su olfato, que no por nada disfruta y sufre el berretín de las apuestas y el juego. Así comienza un largo y tortuoso camino de seducción cuyo fin último es lograr que el jugador estrella Michael Jordan, recién fichado por los Chicago Bulls, se transforme en el rostro