¿Qué pasaría si…? La frase encarna una de las posibles definiciones indirectas de la ciencia ficción y puede aplicarse a la perfección al nuevo largometraje de la actriz y realizadora alemana Maria Schrader (Stefan Zweig: Adiós a Europa, Liebesleben). En este caso, la formulación debería leerse de la siguiente manera: ¿qué pasaría si tuvieras que pasar algunas semanas conviviendo con un robot de aspecto humano cuyo software fue diseñado a medida para cumplir con todos y cada uno de tus deseos y expectativas? Es lo que le ocurre, literalmente, a Alma, una antropóloga especializada en idiomas cuneiformes que decide aceptar, un poco a regañadientes, la prueba piloto de una compañía dedicada a la fabricación de humanoides. ¿Por qué ella? Aparentemente, el test sólo puede realizarse con personas sin pareja estable y Alma parece saber bastante de soledades. La película sería otra muy distinta sin la presencia en el papel central de Maren Eggert, la actriz de Giraffe, de Anna Sofie Hartmann, y Estaba en casa, pero..., de Angela Schanelec, dos títulos recientes que demuestran su talento para interpretar roles complejos y demandantes. Relato de sutilezas humanas (y robóticas, desde luego), Eggert es acompañada en el reparto por el británico Dan Stevens (Downton Abbey), cuyo alemán es fluido y de acento indistinguible, y Sandra Hüller, la inolvidable hija de Toni Erdmann en el film homónimo. La cuestión del “qué ocurriría si…?” también puede trasladarse a la posibilidad de una remake producida en Hollywood. Esa también sería una película distinta, y muy posiblemente el eje central estaría desplegado alrededor de la evolución sentimental de la extraña pareja. En El hombre perfecto (poco feliz “traducción” del original “Yo soy tu hombre”, en su doble acepción de humano y representante masculino), estrenada en competencia en el Festival de Berlín, esos temas están presentes, pero de ninguna manera convierten la trama en una reversión superficial de la comedia romántica.