“Cada año, la Policía Judicial abre 800 investigaciones por homicidio. Cerca del 20 por ciento de estos casos nunca se resuelven. Esta película cuenta la historia de uno de ellos”. Apenas si acaban de verse los créditos de apertura de La noche del crimen y la película de Dominik Moll –estrenada fuera de competencia en el Festival de Cannes del año pasado- ya muestra sus cartas. Lo que se verá no es lo que los anglosajones llaman un “whodunit”. Aquí no importa tanto el quién lo hizo sino el por qué, las razones que llevan a que una chica de 21 años de una pequeña ciudad de provincia francesa de la región de Grenoble muera de pronto, brutalmente quemada, sin que ni siquiera ella sepa quién es su asesino. Pero La noche del crimen tampoco es un film de tesis, sino lo que los franceses llaman un “polar”, una película policial, que se enmarca dentro de un género y una tradición muy fecunda en el cine francés. El director de Noticias de la familia Mars (2016) utiliza sino todas muchas de las convenciones del “polar”, pero de algún modo también las deconstruye, las deshace poco a poco para darles un significado sutilmente distinto.