El Japón derrotado es, según la mirada del realizador y su guionista Kazuo Kasahara, un cosmos caótico de hambre, opresión, prostitución y violencia. Un salvaje sálvese quien pueda en el cual el instinto de supervivencia prima sobre cualquier otro deseo o moral. Durante los primeros minutos de proyección, tres soldados estadounidenses corren detrás de una joven; al alcanzarla, comienza una violación a plena luz del día, al costado de un nutrido mercado al aire libre. Es entonces cuando hace su aparición el protagonista, Shozo Hirono (el gran Bunta Sugawara, actor con más de doscientos títulos en su mochila filmográfica), golpeando a los americanos no tanto para defender a la mujer como para descargar una furia largo tiempo contenida. Al mismo tiempo, un grupo de matones defiende su territorio aplicando el miedo y la mutilación: el montaje congela la imagen en el preciso instante en el que un brazo es amputado, enviando un mensaje claro a otra “familia” yakuza.