Se ha hecho una costumbre en los últimos tiempos definir al River de Gallardo como un equipo de mucha intensidad. Presión asfixiante sobre la salida del rival, recuperación inmediata de la pelota una vez perdida y, por supuesto, la infaltable pierna fuerte, característica fácilmente detectable en la cantidad de infracciones que realizan sus delanteros. Bueno, este miércoles por la noche en Chile, encontró a casi su reflejo.