Podría definirse al universo como un conjunto de cuerpos y fuerzas en equilibrio, el balance perfecto entre caos y orden. Tales características pueden extenderse del todo a las partes, incluyendo a ese otro universo, tan microcósmico como infinito, que es la humanidad. Y no hay nada más humano que el concepto del bien y el mal, las dos grandes fuerzas en tensión que mantienen al mundo en movimiento. El equilibrio entre lo bueno y lo malo rigen la lógica de la conducta humana y, claro, de la historia. Esa tensión de fuerzas se percibe con mucha claridad en Cómo decirte que te quiero, un documental que retrata la lucha que un grupo de madres lleva adelante para echar luz sobre la sistemática apropiación de bebés que tuvo lugar en España desde tiempos del franquismo, hasta entrada la década de 1990, casi dos décadas después del retorno de la democracia a dicho país. El protagonismo de la película recae en un grupo de mujeres y hombres que fueron víctimas de un supuesto plan de apropiación de bebés, que en su origen tuvo motivos políticos, para luego convertirse en una asociación ad hoc cuyo fin habría sido el liso y llano tráfico de criaturas. Se utiliza la palabra supuesto porque dicho accionar aún no ha sido probado y por ahora sólo se cuenta con el testimonio de cientos de potenciales víctimas distribuidas por todo el territorio ibérico. ¿Pero por qué, tratándose de casos ocurridos a veces hace más de 60 años, todavía no hay certezas? Porque las sospechas comenzaron a acumularse a principios del siglo XXI y la justicia recién empezó a intervenir hace menos de una década, a partir de las denuncias promovidas por los propios damnificados.