Kent, Inglaterra, 2022. Charlie tiene 15 años y está fuera del closet. Algunos compañeros le hicieron bullying, otro lo besaba solamente a escondidas y cuando él quería. Pero Charlie no está solo, tiene el apoyo de su grupo de amigos conformado por un chico hetero, otra chica hetero y una chica trans. Los cuatro se juntan a hacer rondas de amigues y hablan todo el tiempo en un grupo de chat que armaron en Instagram (otra diferencia con mi generación, que al llegar a casa del colegio se desconectaba por completo de los demás, hasta que empezaron a llegar, gradualmente, el MSN y los SMS). Hasta que Charlie un día se enamora, con ese fulgor adolescente, de un compañero de clase que a simple vista, y para todo el mundo, es la persona más heterosexual posible: machote, jugador de rugby, popular. Como bien sabemos, las apariencias engañan y Charlie enseguida se da cuenta de que sus esperanzas no son tan vanas como pensó al principio (y como todos los demás le querían hacer creer). Y Nick, que no sabe bien lo que le pasa, va descubriendo de a poco que es bi y que no hay nada que disfrute más que pasar tiempo con Charlie.