Un avión parte de Nueva York. La sola mención de esos dos términos permite entrever que el viaje con el que se inicia Dear Edward (estreno el próximo viernes por Apple TV+) no llegará a destino. A diferencia de otras series con el catalizador de una catástrofe aérea –allá a lo lejos Lost, más cerca Manifiesto o Yellowjackets-, esta producción de diez episodios se aleja del misterio, lo inexplicable o el thriller, para adentrarse sin ningún tipo de contemplación en el terreno del melodrama. El centro gravitacional de la ficción es el destino del único sobreviviente de esa tragedia, un preadolescente devastado por la pérdida de su familia y nexo para las múltiples historias que tiene preparadas este relato coral llamado a ocupar el espacio que dejó vacante This Is Us. El título de la entrega alude a las miles de cartas que recibe el protagonista (Colin O’Brien) ahora bajo la protección de su tía Lacey (Taylor Schilling de Orange Is The New Black). Todo es demasiado para Edward quien perdió a sus padres y dialoga con el fantasma de su hermano muerto. Sin embargo, un mérito de la serie es darle apenas un poco más de relevancia al chico de 12 años frente al trauma del resto de deudos –esposas, hermanos, nietos, novias o amigos-que deben reconfigurar su existencia. Es una telaraña de gente que vive un presente bajo la sombra del luto, analiza su pasado y proyecta un futuro desde la pérdida. Tan cierto como que sobre Edward, un prodigio del piano y víctima del bullying, pesa el estigma del “niño milagro” al estilo de largometrajes sensibleros como Tan fuerte y tan cerca (Stephen Daldry; 2011) o Cadena de favores (Mimi Leder; 2000).