Avatar El Camino Del Agua Tráiler Oficial Subtitulado

Titanic es una de las películas más importantes de la historia del cine. Por haber ganado once Oscars –la más premiada junto a Ben-Hur y El Señor de los Anillos: el retorno del Rey– y recaudado más de dos mil millones de dólares durante los largos meses que estuvo en cartel, pero sobre todo porque en ella podría cifrarse la clausura del cine de gran espectáculo que imperó durante el siglo pasado: una historia transparente y épica de larguísimo aliento recreada con enormes valores de producción, en la que convivían múltiples géneros y filmada mayormente de manera analógica (vale recordar que se armó una pileta gigante para recrear escenas del hundimiento), aunque abriéndole las puertas a una tecnología digital de punta. Doce años después, Cameron utilizó en Avatar (2009) la por entonces flamante tecnología 3D como nadie; esto es, para moldear un mundo propio y personal “hacia adentro” de la pantalla, llenándola de texturas, colores y criaturas de todo tipo, en lugar de limitarse a ir “hacia adelante” revoleándole cosas a la platea. Es cierto que el 3D, cuya hegemonía duró lo que un lirio, ha tenido un importante desarrollo en la última década. Tan cierto como que con Avatar: el camino del agua –primera secuela de otras que vendrán en 2024, 2026 y 2028– Cameron reinventa todo lo conocido para dar forma a algo distinto, único, probablemente irrepetible, que eleva las búsquedas visuales al punto de que es imposible saber qué de todo lo que se ve es real y qué creado digitalmente: el sueño húmedo del metaverso de Mark Zuckerberg materializado en una pantalla. Si todo indica que el cine, con su hegemonía perdida ante el streaming, debe reconvertirse en un evento que vaya más allá de la proyección de películas, Cameron ilumina un camino posible reuniendo lo mejor de los dos mundos para que las segundas puedan ser lo primero sin perder su esencia: someter al espectador a un vaivén de emociones, arrastrarlo de las narices hasta los sectores más recónditos de la imaginación, retrotraerlo hasta épocas donde las posibilidades del cine –y, con ello, del mundo– era un terreno listo para ser descubierto.