Evil Dead: El despertar es una muestra de cómo una premisa ultra gastada puede, contra casi todo pronóstico, servir de puntapié para una muy buena película. Nadie a estas alturas puede sorprenderse demasiado ante la idea de que el diablo –esa criatura que vaya uno a saber si existe, pero que merecería algún Oscar honorario por su encomiable voluntad de “trabajar” en nueve de cada diez producciones de terror contemporáneo– se materialice en la Tierra utilizando como vehículo un cuerpo humano ajeno. Más aún si ocurre en una película perteneciente a saga con más de cuatro décadas de historia. Vale que recordar que Evid Dead fue originalmente una trilogía comandada por Sam Raimi e integrada por The Evil Dead: Diabólico (1981), Evil Dead II: Noche alucinante (1987) y Evil Dead III: El ejército de las tinieblas (1992). A eso le siguió una remake, Posesión infernal, con el uruguayo Fede Álvarez ocupando la silla de director. Y ahora llega el turno de una nueva entrega que opera en simultáneo como remake, secuela y reboot.