Es probable que la familiaridad que encontró Gabriel Rubinstein en el seno del simposio de mercado de capitales y finanzas corporativas convocado por el IAEF le haya hecho olvidar su responsabilidad como funcionario de primera línea del equipo económico. Porque el discurso que dio el viceministro de Economía en dicho evento, este martes, tuvo mucho de consultor que busca lucirse por su soltura en el uso de la palabra, que la prudencia que suele guardar un funcionario de su nivel. Más aun en un momento tan delicado para la economía y con el ministro (Sergio Massa) fuera del país, mientras Rubinstein desplegaba su discurso: una mirada neoliberal al extremo sobre la situación y remedios propios de la más despiadada ortodoxia. “No es posible salir del cepo ahora, si hacés una devaluación y sale mal es un Rodrigazo”, alertó. No explicó qué sería, para él, que la devaluación saliera bien. Pero del resto de su discurso se desprende que lo que le satisface es un dólar lo suficientemente alto como para promover un equilibrio en el mercado cambiario, aun a costa de una espectacular transferencia de recursos a favor de los exportadores y los tenedores de activos en dólares (especulativos) y en contra de la población interna.