En la Bolsa de Comercio y ante abogados de la city, el presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, encontró un auditorio que escuchó complaciente cuando criticó la emisión monetaria, se pronunció contra las reformas –al decir que hay una especie de realismo mágico que hace creer que van a generar una realidad distinta– y puso la pelota en la cancha de la política al sostener que “no se puede construir una economía seria sin institucionalidad”.