Como ocurre con tantos largometrajes nacionales valiosos, La espera es la clase de película que suele llamar la atención en el circuito festivalero pero luego debe luchar con uñas y dientes para aparecer en el radar, para encontrar a su público durante el estreno comercial. El segundo film de las realizadoras Ingrid Valencic y Celeste Contratti es breve y pequeño en escala, pero sus búsquedas no son escasas. La sinopsis oficial habla de un hombre de campo cuyo galpón está poblado por calaveras de ciervos con sus respectivas cornaduras, de cacerías y caminatas silenciosas a la espera de los movimientos y ruidos del animal. Valencic y Contratti echan raíces en el documental de observación, pero ya desde los primeros segundos utilizan una estrategia deformante, con un trabajo expresionista del sonido. Mientras los chispazos de una tormenta en el horizonte se cruzan con imágenes de cerdos salvajes caminando en medio de la noche, la pista de audio enrarece la pantalla y acerca su contenido al terreno de los sueños.