Corren los años 20 y RRR, que ostenta su título en tipografía elefantiásica recién a los 40 minutos de proyección, presenta tres instancias de la vida en la India bajo el yugo británico. En un pequeño pueblo rural, una niña experta en el canto y los tatuajes de henna es “comprada” a la fuerza y trasladada a la gran ciudad. Su madre intenta impedirlo, pero un fuerte golpe en la cabeza propinado por un soldado la deja fuera de circulación (gastar en ella una bala sería un auténtico desperdicio, según afirma el villano de turno, el mandamás del Imperio en el estado de Delhi). En paralelo, Bheem es enviado por su gente a rescatar a la pequeña, actuando de incógnito, mientras que Raju es reconvertido por el guion en un oficial de la policía que ha traicionado sus raíces para servir obedientemente. En la primera escena de acción de un film repleto de golpes, explosiones y luchas con toda clase de armas, Raju demuestra ser una suerte de terminator humano, capaz de derribar a varias docenas de hombres dispuestos a matarlo a golpes durante una manifestación.