Durante la Guerra de la Tercera Coalición, Napoleón entró en Viena (capital del Imperio Austríaco) y derrotó varias veces a sus enemigos, pero buscaba una victoria decisiva que acabase con la guerra y le permitiera imponer una paz a su gusto. Fingiendo que sus tropas estaban en mal estado y se retiraban, logró atraer al combate a austríacos y rusos, que a pesar de poseer la superioridad numérica cayeron ante las fuerzas napoleónicas.