El amour fou es un estado del alma (y/o del cuerpo) en el que se ama de más. Por su propia condición ese plus nunca se satisface, por lo cual el amante excesivo sólo puede terminar en la locura, el suicidio o la muerte del ser demasiado amado. En Verano del 85, François Ozon investiga el amor loco, que en cine conoce un género específico: el melodrama. Pero el melodrama clásico es estilizado y desbordado, y en su nueva película el realizador de Bajo la arena (2000) adopta en cambio un registro realista, de deliberada chatura, con protagonistas comunes y corrientes. Rainer W. Fassbinder, de quien Ozon filmó una puesta teatral (Gotas que caen sobre rocas calientes) y viene de estrenar en la Berlinale una versión de Las amargas lágrimas de Petra von Kant, ya lo había hecho en multitud de sus films (con La ley del más fuerte como su punto más alto) pero en una clave feísta, entre personajes de clase baja o marginados. En Verano del 85, Ozon filma a la clase media de pueblo chico. Un pueblo junto al mar, que en el melodrama clásico suele estar tan embravecido como el amor que pone en escena, y que aquí siempre se halla significativamente lejos y en calma.