El estreno local de Terror en el estudio 666 coincide (es una manera de decir) con la presentación de Foo Fighters en la jornada de cierre del Lollapalloza este domingo. Es que la película, un homenaje-parodia al cine de terror más ochentoso, parte de una idea original del líder del sexteto, Dave Grohl, y está interpretada por los miembros de la banda haciendo en todos los casos de sí mismos. O, más precisamente, versiones ficcionales de sí mismos. Es un caso típico de juego entre amigos, en el cual los resultados creativos dejan bastante que desear, aunque la propuesta tiene su atractivo, al menos en los papeles. La idea de base es más o menos la siguiente: los FF andan de capa caída y la grabación de un décimo álbum podría ser la tabla de salvación del grupo. O bien su caída en desgracia absoluta. El dueño de la discográfica (Jeff Garlin, el vecino y mejor amigo de Larry David en Curb Your Enthusiasm) les ofrece lo que parece el mejor lugar para componer y grabar las nuevas canciones: una pequeña mansión en la cual, veintipico de años atrás, ocurrió una gran matanza… de otra banda de rock.