Una imagen de cerros coloridos como pasados por una cinta vieja, corroída, es el fondo geográfico que secunda las primeras palabras de los protagonistas: “Es muy posible que haya muchos chistes”, se le escucha decir a Ricardo Mollo, mientras ruedan los créditos. El de Jorge “Killing” Castro. El de Catriel Ciavarella. El de Diego Arnedo. Y el suyo, claro. Luego, siempre entre piedra y camino, un hechizante fraseo de guitarra hace de alfombra sonora para que Arnedo revele el nombre: “Este cuerpo de intenciones musicales que empezó en el encuentro con Ricardo Mollo hace unos cuantos años atrás, creo que llegó a un lugar muy alto… un poco más abajo del cielo”.