Quedarse sin padre y crecer sin una figura paterna fue difícil, pero es complejo imaginarse cómo fue quedarse huérfano, sin hogar, cuando apenas Jimmy estaba despertando a la vida… Por suerte, se trataba de un chico querible que supo mantenerse a flote, aferrado al deporte y a la amistad… Fue a los 17 años, en su último año de secundario, cuando se produjo un quiebre. Fue cuando conoció a Jordan, una figura incipiente del fútbol americano de la región –sería elegido en el draft de la NFL, donde jugó del 2015 hasta el 2018- quien un día lo retó a un mano a mano en el básquet. Aquella competencia circunstancial dio paso a una amistad entrañable. Y así llegó Jimmy a la casa de los Jordan. En realidad, a la casa de una familia ensamblada, numerosa, de clase media, a la que no le sobraba nada, salvo la empatía y el amor por el prójimo.