Enrique Vázquez, baluarte imprescindible de la transición democrática, murió a los 70 años. Periodista comprometido con su tiempo, defensor incansable de los Derechos Humanos, Vázquez fue una de las voces más valientes que se alzaron contra la la dictadura militar en los años de plomo, a partir de sus artículos de investigación en la mítica revista Humor. Ya en democracia, sin ocultar nunca su cercanía al alfonsinismo, el periodista fue uno de los que con su trabajo e investigaciones en radio y TV apuntaló el proceso de recuperación de la libertades en el país. Además, fue uno de los fundadores en la Universidad de Buenos Aires de la carrera de Ciencias de las Comunicación, a la que dirigió entre 1986 y 1989. Siempre dispuesto al debate, Vázquez fue “polémico y polemista”, tal cual lo describió su hijo al dar a conocer la noticia de su fallecimiento. Si algo caracterizaba a Vázquez, desde siempre, fue su frontalidad a la hora de decir las cosas. Esa cualidad fue la que lo llevó a estudiar Ciencias de la Información en la Universidad Nacional de Córdoba y dedicarse al periodismo, donde se destacó ni bien ingresó al diario La Opinión en plena dictadura, para inmediatamente pasar a Somos como redactor especial y luego secretario de Internacionales. Su valentía y mirada crítica sobre las atrocidades que los genocidas cometían lo llevaron inevitablemente hacia el único espacio en el que por ese entonces se podía desenmascarar al poder: la revista Humor. Primero como columnista y luego como jefe de la sección Política, Vázquez denunció a la dictadura con convicción ideológica pero siempre acompañado de información fidedigna, dando a conocer por primera vez -en 1982- que Alfredo Astiz estaba relacionado con la desaparición de las monjas francesas y de la adolescente argentina de ascendencia sueca Dagmar Hagelin.